Muchas fotos y bonitos recuerdos juntos les quedaron a Rómulo Jaramillo y a su hija Andrea Stephania, luego de pasar varios días en la colorida y encantadora isla de Curazao.
Fue el premio que ganaron por haber registrado el código de su Agenda del Mar y contar con la suerte de haber sido seleccionados al azar entre miles de usuario de la agenda. Esta es la prueba de que vale la pena participar cada año por este premio.
Padre e hija partieron un viernes y regresaron al martes siguiente, directamente desde y hasta Medellín vía Insel Air. Fueron cinco días y cuatro noches que aprovecharon para caminar por las calles del centro histórico de la capital Willemstad, recorrer los alrededores de la isla, descansar en sus playas y disfrutar los amplios y cómodos espacios del exclusivo Santa Barbara Beach & Golf Resort.
«Es un hotel de lujo gigantesco, con canchas de golf, piscina, gimnasio, spa, playa privada y muchas actividades. En realidad tiene todo para estar cómodo y tranquilo», resalta Rómulo. Y aunque pasaron mucho tiempo en el resort, tampoco querían perderse lo que los esperaba fuera.
El primer día lo dedicaron a caminar por la zona turística que se aprecia en las postales: las casas con fachadas de diferentes colores y el conocido puente peatonal de la reina Emma, que se abre para permitir el paso de grandes barcos. En tres o cuatro horas perfectamente se hace este recorrido histórico y cultural, asegura Rómulo.
Para pasear por la isla, él recomienda alquilar un carro o tener a alguien que lo movilice, ya que el servicio de taxi es costoso y el transporte público un poco limitado. También aconseja llevar un mapa o contar con un GPS, ya que son vías «muy circulares y dan muchas vueltas».
A Stephania lo que más le gustó, aparte de la arquitectura, fueron las playas y la gente, «que es muy chévere». Y en cuanto a la comida, los dos destacan la variedad de frutas y el menú internacional, con comida de mar y muchas otras opciones.
Color, playa, descanso y comodidad. En resumen, una experiencia única, diferente y que vale la pena repetir.