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Comunidades conectadas con las tortugas marinas

El vínculo entre las comunidades costeras y las tortugas marinas potencia el esfuerzo colectivo para proteger el territorio y las tradiciones ancestrales de cada región.

Las comunidades costeras del Caribe y el Pacífico colombianos han resignificado a las tortugas marinas, convirtiéndolas en un símbolo de conservación. Este vínculo ha evolucionado a lo largo de la historia, transformando a las tortugas en aliadas para visibilizar su territorio y herencia ancestral. A través de su protección, las comunidades demuestran su compromiso con la biodiversidad y enseñan la interdependencia entre un ambiente sano y una sociedad en armonía.

Cada comunidad es un mundo único, donde los consejos comunitarios, asociaciones, colectivos, alianzas y emprendimientos tienen sus propias particularidades a la hora de organizarse para desarrollar proyectos de conservación de tortugas marinas.

En el Caribe colombiano, hay múltiples iniciativas. Un ejemplo destacado es la Huxbill Foundation en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. En cuanto al Caribe continental, la comunidad de Bahía Hondita en La Guajira ha realizado acuerdos de conservación. En el Magdalena, como señala Julieth Prieto, de la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), varias comunidades trabajan activamente en la conservación, recopilando datos y monitoreando sus poblaciones; de hecho, el Centro de Rescate de Fauna Marina colabora con pescadores para monitorear nidos y rescatar tortugas marinas que enfrentan amenazas como tráfico de huevos, erosión y el calentamiento extremo de las playas. En las Islas del Rosario, en Bolívar y Sucre, la comunidad participa en proyectos de conservación liderados por Parques Nacionales, con organizaciones no gubernamentales (ONG) y empresas privadas. En el golfo del Urabá-Darién, las comunidades de Antioquia trabajan con diversas ONG y con la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Urabá (Corpourabá); y en el lado chocoano, tres consejos comunitarios lideran iniciativas junto a Parques Nacionales y han logrado la declaración de áreas protegidas.

Fotos: Maryory Marquez

En el Pacífico, las comunidades también están activas en la conservación. En Chocó, destacan, en Bahía Solano, la Asociación Caguama y la Fundación Tortugas del Pacífico con Mamá Orbe; en Nuquí, Silfredo Sanclemente “La Leche” tiene una iniciativa en el corregimiento de Termales; y en Panguí, Mujeres por la Conservación es un grupo emergente que desde el empoderamiento femenino contribuye al cuidado de las tortugas marinas. En Valle del Cauca, la Asociación Guardianes del Manglar, en Río Cajambre, monitorea las playas de anidación y restaura el ecosistema, con el acompañamiento de Maryory Márquez de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC); también se destaca la labor de Romelia Ruiz a través de su iniciativa familiar. En Tumaco, Freedivers Pacific realiza importantes esfuerzos de conservación.

Conversamos con miembros de estas comunidades, quienes compartieron sus experiencias y conocimientos, permitiéndonos comprender el impacto y potencial que tienen sus iniciativas en la conservación de las tortugas marinas.

Huxbill Foundation, un vínculo raizal con las tortugas marinas 

Providence and Ketlina Huxbill Foundation inició en 1998 y se constituyó legalmente en 2018 como una entidad sin ánimo de lucro formada por buzos y pescadores raizales del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Presidida por Felipe Cabeza, se dedica a la conservación de tortugas marinas, monitoreando playas de anidación y nidos de tortugas carey (Eretmochelys imbricata), caguama (Caretta caretta) y ocasionalmente tortuga verde (Chelonia mydas). 

En 2019, el biólogo marino Esteban Andrade se unió para apoyar los proyectos científicos. Resalta que la organización nació ante la disminución de las tortugas comentando que “[los raizales] empezaron a darse cuenta que cada vez llegaban menos tortugas a dejar sus huevos”. Además de la conservación, se enfocan en la educación ambiental, resaltando que, tras el huracán, solo quedan dos playas para la anidación en Providencia. 

Foto: Esteban Andrade

Ada Archbold García, raizal de Providencia, comparte su experiencia en la entidad: “He trabajado con la Fundación para el monitoreo de playas, para ser guía comunitaria. Yo hice un taller y un curso con ellos, y me capacité. He sido voluntaria en los trabajos con la Fundación”. El amor de Ada por las tortugas se remonta a su infancia, cuando con tan solo cinco años vivió una experiencia traumática al presenciar el sacrificio de una tortuga de mar, momento en el cual nació su firme propósito de protegerlas y cuidarlas.

En cuanto a los resultados que se han obtenido, Ada destaca que “logramos consolidar la Fundación como un centro para conservación de tortugas marinas. Está registrada en Minciencias y ha podido incursionar en diferentes proyectos de investigación”. Por ejemplo, presentaron un proyecto de turismo científico el cual resultó ganador y ha tenido resultados relevantes. Además, Esteban resalta que han ampliado sus horizontes, estableciendo alianzas estratégicas con entes internacionales como el Consulado de Nueva Zelanda, con el que tienen un proyecto enfocado en la restauración y conservación de zonas acuíferas de Providencia, así como perspectivas para iniciar un proyecto de instalación de transmisores satelitales en tortugas marinas para poder rastrearlas.

La relación entre la comunidad y las tortugas marinas en Providencia es profunda y arraigada en la cultura local. Esteban menciona que “las tortugas han representado para ellos [los raizales] un legado de generaciones”, ya que las historias de sus abuelos y padres reflejan una conexión con estas criaturas. Antes, solían escribir sus nombres en el caparazón de ellas para poder identificarlas cuando regresaban a desovar, un acontecimiento que era compartido entre padres e hijos, enseñando los primeros a los segundos aquellas tortugas que tenían sus nombres. Sin embargo, también existen desafíos, como el uso de la carne de tortuga y la extracción de nidos, que complican los esfuerzos de conservación. La Fundación trabaja arduamente para cambiar estas prácticas a través de la educación ambiental.

Fotos: Ada Archobld

“Los mismos raizales van barrio por barrio, restaurante por restaurante, explicando cómo funciona la conservación de las tortugas marinas y por qué es importante”, comenta Esteban sobre el trabajo de sensibilización. Este enfoque incluye a niños y familias en las actividades de monitoreo, fomentando un sentido de responsabilidad hacia la conservación entre las nuevas generaciones.

Ada también expresa su deseo de seguir aprendiendo y ayudando a estas especies. “Me encantaría ser bióloga marina, no solo para la protección de las tortugas, sino para todas las especies del mundo acuático”, dice. Para ella las tortugas marinas son animales sagrados y representan sabiduría, audacia, inteligencia y longevidad. “Yo amo todo al respecto de ellas”, menciona.

Wilford y la comunidad de Bahía Hondita, acuerdo por las tortugas marinas

Wilford Arends, líder Wayuú de Bahía Hondita, en Uribia, La Guajira, es parte de la Asociación de Pescadores Artesanales Alojulii, una entidad sin ánimo de lucro formada en el marco del proyecto Pesca Guajira, con apoyo de la Gobernación y Conservación Internacional. La Asociación protege a las tortugas marinas mientras mejora la pesca artesanal para más de veinte pescadores Wayuú.

Durante su niñez, Wilford vio cómo se usaban tortugas marinas en ceremonias y transacciones, pero ahora promueve su protección. “A mis hijos ya no les enseñé a cazar, ni a matar tortugas marinas. A mis hijos les enseño lo que nos han enseñado las personas que han venido a poner en práctica sus conocimientos y a aprender de nosotros”, explica Wilford, refiriéndose a la colaboración con biólogos que han trabajado en la región.

Fotos: Wilford Arends

Entre 2011 y 2017, Alojulii participó en un acuerdo de conservación de tortugas marinas con Conservación Internacional y Cerrejón. Aunque terminó, la comunidad sigue protegiendo a las tortugas, reduciendo el consumo de estos animales a pesar de la falta de apoyo financiero. Para Wilford, “las tortugas nacen en nuestro territorio, es como si fueran nuestras familiares, y las cuidamos como si fueran nuestras tías o nuestras primas”, lo que ha facilitado un cambio cultural hacia su conservación.

Alojulii ve el turismo responsable como una oportunidad. Los visitantes que llegan para observar las tortugas contribuyen económicamente, fortaleciendo el trabajo de conservación y brindando ingresos sostenibles a las familias Wayuú.

Fotos: Wilford Arends

El sueño de Wilford es consolidar el legado de conservación para las futuras generaciones Wayuú, garantizando tanto la supervivencia de las tortugas como el bienestar de la comunidad.

Orlando y El Lechugal, comprometidos con las tortugas marinas de Bobalito

Orlando Morelo Quintana ha dedicado gran parte de su vida a la conservación de las tortugas marinas en la vereda El Lechugal, en Necoclí, Antioquia. Ha sido pionero en la protección de estos reptiles en la playa Bobalito. Su compromiso es claro: “De aquí me voy cuando ya no pueda caminar en la playa, que ya las rodillas no me den”, menciona en una entrevista publicada en Facebook.

La comunidad de El Lechugal ha cambiado significativamente, pasando de ser cazadores a protectores de tortugas marinas. La caza de estos reptiles era común, hasta que un incidente llevó a Orlando a buscar ayuda. Tras encontrar cabezas de tortuga flotando en el mar, reunió a líderes sociales y contactó a Corpourabá para detener esta práctica.

Charlas sobre biodiversidad y la designación del área como Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) en 2009, ayudaron a cambiar la mentalidad de la comunidad. Con apoyo de varias ONG, se formó a varios líderes en técnicas de monitoreo y manejo, lo que resultó en la creación de la Asociación de Conservación Ambiental y Ecoturismo (Acaetur). Pescadores, antes cazadores, se convirtieron en aliados de la conservación.

Más adelante, el SENA y Acaetur ganaron una convocatoria con la propuesta de una plataforma de avistamiento para tortugas marinas. Además, el programa “Guardianes de la Playa” de Corpourabá, destacado en un reportaje de El Tiempo en 2023, capacitó y certificó a la comunidad, quienes reciben un incentivo económico por su trabajo de conservación.

Tras casi dos décadas, la transformación de la comunidad es notable: cazadores convertidos en protectores y educadores sobre la importancia de las tortugas marinas. Esta historia es un testimonio del poder del cambio y de la necesidad de una comunidad unida en pro de la conservación.

Las comunidades negras de Acandí y su conexión con las tortugas marinas

Efraín Ballesteros, representante del Consejo Comunitario de Comunidades Negras de la Cuenca del Río Acandí Seco, El Cedro y Juancho (Cocomaseco), describe cómo las tortugas marinas han sido fundamentales para su comunidad. Las playas de Acandí son hogar de varias especies de tortugas, destacando la tortuga caná (Dermochelys coriacea), la más grande del mundo. Más allá de su valor ecológico, las tortugas representan una conexión profunda con el territorio.

De acuerdo con Efraín, “ellas nos ayudan a amar y a conocer el territorio en el cual estamos. Sentimos mucho respeto y cariño por la tortuga caná. Sueño que tanto la tortuga como la comunidad estemos bien”, palabras que reflejan el arraigo cultural que las tortugas marinas generan en la comunidad.

Varias generaciones en Acandí han aprendido de las tortugas. Inicialmente, las prácticas eran diferentes debido a la necesidad y el desconocimiento, pero con el tiempo, la comunidad ha cambiado. Hoy, gracias a los esfuerzos conjuntos con Parques Nacionales, han adoptado una postura protectora hacia las tortugas marinas y su hábitat, comprendiendo su papel en la preservación de la biodiversidad.

Este esfuerzo no es exclusivo de Cocomaseco. Otros dos consejos comunitarios ─Consejo Comunitario de la Cuenca del Río Acandí y Zona Costera Norte (Cocomanorte) y Consejo Comunitario de Comunidades Negras de la Cuenca del Río Tolo y Zona Costera Sur (Cocomasur)─, junto con Parques Nacionales, lideran una iniciativa para proteger las tortugas marinas, especialmente en el Santuario de Fauna Acandí, Playón y Playona. Este santuario de más de 26.000 hectáreas es crucial para la anidación de tortugas caná y carey.

La comunidad no solo protege los nidos. También han implementado actividades educativas para residentes y visitantes, y se han establecido puntos de información en los muelles, además de jornadas de limpieza de playas y programas de educación ambiental.

El trabajo conjunto ha tenido un impacto significativo en la forma en que los habitantes interactúan con las tortugas. Las nuevas generaciones ya no las ven como recursos explotables, sino como símbolos de vida y continuidad en el territorio. Las comunidades negras de Acandí no solo protegen a las tortugas, sino que conviven con ellas, asegurando su futuro y el de las personas de este territorio.

Efraín sueña con que la comunidad y las tortugas se fortalezcan mutuamente. A través de iniciativas de turismo responsable, educación y cooperación con diversas entidades, espera que Acandí prospere en armonía con las tortugas marinas, que han sido compañeras de la comunidad por tanto tiempo.

Asociación Caguama, más de dos décadas de conservación

La Asociación Caguama es una organización comunitaria nacida en el corregimiento de El Valle (Bahía Solano, Chocó), en respuesta a la caza y el consumo de tortugas marinas, una práctica aún presente en el Pacífico colombiano. Teniendo como antecedente una comunidad que acompañó trabajos de investigación y conservación en la década de 1990, la Asociación fue constituida legalmente en 2006 con la misión de proteger las tortugas marinas mediante la educación y la sensibilización, con un enfoque especial en la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), que inicialmente se creía que era la tortuga caguama, en honor a la cual la Asociación lleva su nombre.

Las comunidades locales, como la de El Valle, son clave para la protección de las tortugas marinas. Su conocimiento y compromiso han permitido que estas especies continúen habitando las costas del Pacífico colombiano, y representan una alternativa de conservación comunitaria que aspira a dejar una huella positiva en el ecosistema.

Según Nidia Carolina Artuluaga, representante legal de la Asociación, se han logrado importantes alianzas con entidades como Fundación Tourtugas, Fundación Natura, entre otras, lo que ha fortalecido la capacidad de la entidad para desarrollar su objeto social. Entre los logros más destacados está la participación en los Simposios Internacionales de Tortugas Marinas, como el de Lima en 2016 y el de Cartagena en 2023, donde recibieron una mención de honor por su trabajo comunitario. Además, a través del diálogo, han transformado la percepción comunitaria hacia las tortugas, que están pasando de ser una fuente de sustento a un símbolo de conservación.

“Gratitud infinita, porque nos generan alternativas de trabajo como comunidad, teniendo en cuenta que en la región donde nos encontramos ubicados, las fuentes de empleo son escasas”, dice Eblin Pérez Castillo, una de las trece personas que conforman la entidad. Sus palabras son un manifiesto de la importancia de las tortugas marinas para su comunidad, ya que estas representan no solo una fuente de sustento, sino también una conexión profunda con su historia y su territorio.

La Asociación también tiene retos, como la necesidad de mejorar su visibilidad en plataformas digitales y la promoción de su labor a nivel nacional e internacional, para que más personas conozcan sus más de dos décadas de esfuerzo. Además, busca fortalecer la participación de nuevos miembros de la comunidad y seguir desarrollando estrategias sostenibles para asegurar la conservación de las tortugas marinas.

El sueño de los miembros de la Asociación Caguama es que las tortugas marinas continúen habitando en su territorio, protegidas por acciones comunitarias que promuevan la conservación. Los miembros de la Asociación aspiran a que su labor deje una huella positiva en las personas y en la conciencia colectiva.

Mujeres Conservando Vida, empoderamiento femenino y conservación en Panguí

En 2021, Ruth Martínez, líder comunitaria de Panguí (Nuquí, Chocó), se acercó a Diego Amorocho, director del Centro de Investigación para el Manejo Ambiental y el Desarrollo (Cimad), para proponerle elaborar una propuesta conjunta con el objetivo de presentarla al Fondo Fundación WWB Colombia y contribuir a la restauración de playas y manglares degradados por la contaminación plástica. A partir de este acercamiento, Cimad promovió la creación del grupo Mujeres Conservando Vida, formalizando la agrupación de mujeres locales para sacar adelante proyectos de conservación y desarrollo sostenible, teniendo como especies bandera a las tortugas marinas.

El liderazgo y la determinación de Ruth, conocida como Chachita, fue esencial para el surgimiento del grupo. Igual de importante ha sido el rol de Cimad, especialmente para su fortalecimiento, pues gracias a su gestión con donantes internacionales y al trabajo formativo, se están implementando iniciativas sostenibles, como la creación de rutas ecoturísticas que integran la protección de tortugas con el turismo regenerativo. Estas iniciativas no solo benefician la conservación de la biodiversidad, sino que también fortalecen el empoderamiento femenino y generan un impacto positivo que mejora las condiciones de vida de la comunidad de Panguí.

Foto: Wilford Arends, Romelia Ruiz

Actualmente, se ha logrado la capacitación de quince mujeres en técnicas de monitoreo de tortugas marinas y manejo de tortugarios. Además, la bióloga y consultora en turismo, Melisa Hernández, quien es colíder del proyecto por parte de Cimad, ha sido clave en la preparación del grupo, ya que su experiencia ha permitido que las mujeres también adquieran conocimientos y habilidades necesarias para liderar la operación turística, fortaleciendo su papel en la conservación.

Sin embargo, los retos no son menores. El lanzamiento de Panguí como destino de turismo sostenible, en competencia con otros sitios de la región, requiere coordinación, capacitación constante y un esfuerzo por parte de la comunidad para ofrecer servicios de alta calidad. A pesar de los desafíos, Mujeres Conservando Vida avanza con la firme convicción de que la conservación de las tortugas marinas no solo protege su entorno, sino que también fortalece su comunidad.

Romelia y su familia, unidos por la conservación de las tortugas marinas

Romelia Ruiz recuerda con nostalgia los tiempos en que la playa La Concepción, de Puerto España-Miramar, en el Valle del Cauca, era un refugio para las tortugas golfina, conocidas como caguama en el Pacífico colombiano. Desde junio hasta diciembre, estas tortugas llegaban en gran número, convirtiendo la playa en un espectáculo de vida. Sin embargo, hace aproximadamente quince años, su presencia comenzó a disminuir alarmantemente.

Foto: Romelia Ruiz

Preocupada por la situación, Romelia tomó la iniciativa de buscar capacitación sobre la conservación de tortugas marinas, la cual fue brindada por Conservación Internacional. A partir de esta capacitación, comenzó a trabajar con su familia, recorriendo 12 kilómetros de playa para recoger los huevos de las tortugas y asegurar su supervivencia.

Inicialmente, trasladaba las nidadas a un tortugario para evitar su perdida a raíz de la erosión costera. Sin embargo, esta es tan fuerte que derrumbó la estructura. Por lo tanto, desarrolló un sistema innovador, creando un tortugario en azoteas, donde incuba los huevos y libera a los neonatos en la playa, asegurándose de que encuentren su camino hacia el océano. Hasta la fecha, ha logrado liberar aproximadamente 8.000 neonatos, con la esperanza de que algunos regresen a anidar en el mismo lugar donde nacieron.

Video: Romelia Ruiz

Romelia también enfrenta diversos desafíos para proteger a las tortugas marinas, por lo que echa mano de la educación ambiental para enseñar a su comunidad sobre la importancia de proteger estas especies. Su pasión y dedicación por la conservación continúan siendo una fuente de inspiración y esperanza para su familia y su comunidad.

Freedivers Pacific, conservación de tortugas marinas en Tumaco

Freedivers Pacific es una organización nacida en Tumaco, Nariño, que promueve los deportes subacuáticos, como el buceo autónomo y la apnea, mientras impulsa la conservación de los ecosistemas marinos y costeros. Fundada por los hermanos Cristian Camilo, Andrés Felipe y Alejandro Meneses, su historia comienza cuando, a muy temprana edad, Cristian se sumerge en el mundo oceánico bajo la guía de su padre, un biólogo marino. Este amor por el océano se convierte en una misión familiar que busca compartir las maravillas del mar y protegerlo.

La organización trabaja en estrecha colaboración con la comunidad local, promoviendo la educación y la conciencia ambiental sobre la importancia de las tortugas marinas. Desde el año 2023, Freedivers Pacific se ha dedicado a la protección de estas especies, realizando monitoreo en las playas de anidación y recolectando datos. A través de iniciativas de voluntariado, talleres educativos y la creación del Tortugario La Perla, buscan involucrar a jóvenes y adultos en la conservación y monitoreo de las tortugas.

Nathalia Sarmiento, bióloga marina y colaboradora de Freedivers Pacific, desempeña un papel clave en la sensibilización de la comunidad sobre la conservación de las tortugas. La organización fomenta la participación activa de los habitantes mediante programas de voluntariado y talleres educativos, formando así líderes locales comprometidos con la protección de su entorno. La organización también trabaja en iniciativas de turismo sostenible, como la EcoRuta Tortugas del Pacífico Sur, que busca valorar la biodiversidad local mientras impulsa la economía de Tumaco. Con su enfoque en la colaboración y la educación, Freedivers Pacific se posiciona como una organización emergente en la conservación de tortugas marinas en la región.

En conclusión, la conexión entre las comunidades costeras y las tortugas marinas en Colombia es un ejemplo poderoso de cómo la conservación puede integrarse con la identidad cultural y el desarrollo sostenible. A través de diversas iniciativas y la colaboración entre organizaciones locales y nacionales, estas comunidades no solo protegen a las tortugas, sino que también fortalecen su legado ancestral y promueven un entorno saludable. La experiencia compartida por los miembros de estas comunidades resalta el valor de la participación comunitaria en la conservación, mostrando que la protección de la biodiversidad es una responsabilidad colectiva y un camino hacia la armonía con la naturaleza.

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