Por: Jorge Prieto Diago. Especial para la Agenda del Mar
La Escuela Naval es un caudal de historias y tradiciones. El alumno llega a conocer un mundo lleno de rutinas diferentes de las que llevaba en su vida anterior, ahora hace ejercicio cada día en la madrugada, desayuna, almuerza y come con sus compañeros de clase -que son los mismos compañeros de cuarto-, comienza a practicar deportes que siempre vio lejanos e inalcanzables, como la navegación a vela, pues debe aprender a guiar su pequeña embarcación hacia donde él quiere que vaya, impulsada por el viento; asiste a clases y empieza a estudiar una carrera cargada de materias interesantes; su carácter empieza a transformarse y sin darse cuenta está cumpliendo paso a paso los requisitos que debe completar para llegar a embarcarse en ese buque del que tanto escucha hablar a los alumnos antiguos, los Guardiamarinas, que son los estudiantes de último año. Estos, en cada oportunidad están contando historias de sus vivencias a bordo del Gloria, hablan de chubascos, de atardeceres y madrugadas mirando el cielo anaranjado y el mar, de las noches bajo la lluvia como vigía en la proa, de las estrellas en las noches oscuras y sin luna, de la cena durante el turno de timonel a la media noche, la dormida en hamaca, las clases, los cálculos de navegación, de los amores en puerto y todo los países que conocieron en su crucero.
Para los cadetes, que son los alumnos que se preparan en la Escuela Naval Almirante Padilla con el fin de alcanzar el grado de oficiales, el Gloria se convierte en un sueño que pueden alcanzar siempre y cuando cumplan con los requisitos académicos previos, que son cinco semestres de materias de su carrera de pregrado de Profesionales en Ciencias Navales, de esta manera llegan a bordo a estudiar las materias prácticas de su carrera, como son navegación astronómica, navegación electrónica, meteorología, maquinaria auxiliar, maniobras de buques y control de averías.
En realidad, es un semestre académico, pero no solamente deben completar requisitos académicos. Escuchando al Capitán de Corbeta Jorge Cabrera, que es el oficial encargado de comandar a los cadetes en su formación naval militar en la Escuela Naval, encontramos que es necesario tener una formación militar anterior, esto es que hayan asimilado los principios y valores institucionales que van a necesitar para representar a Colombia en el exterior y para convivir en el mar durante meses: lealtad, honor, disciplina, respeto, servicio, compromiso, solidaridad, responsabilidad, honestidad, valor, justicia, son conceptos que abordo se afianzarán. Lo más importante, dice el Capitán Cabrera, es que allá aprenderán a ser marinos, él lo define como la forma en que enfrentarán el mar y sus condiciones, al trabajo en equipo que se requiere para llegar a puerto, al alistamiento previo de la embarcación para hacerse a la mar y el ejemplo de lo que es el comandante de un buque de la Armada Nacional.
En cuanto al tema del estado físico requerido, dice el capitán Cabrera que todos han superado las pruebas de natación, trote, abdominales y flexiones de brazo necesarias para estar en el nivel que exigen las tareas de abordo, el subir por la tabla de jarcia, una especie de escala vertical que llega hasta los cuarenta metros de puntal del buque, dos o tres veces cada día para hacer trabajos de mantenimiento por alto, o subir a cazar y cargar las velas requiere buen estado físico. Solamente el hecho de vivir en una plataforma escorada permanentemente requiere un esfuerzo adicional al de caminar en tierra plana.
Como vemos, el buque Gloria es un lugar al que pueden llegar los jóvenes colombianos que estén dispuestos a esforzarse para cumplir un sueño alcanzable. La Escuela Naval los llevará por el camino de la preparación académica, la cimentación de principios y valores navales militares y el entrenamiento físico adecuado, solo queda tomar la decisión de vivir la que muchos de los que por allí han pasado llaman la mejor experiencia de sus vidas.
