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Cayucos artesanales, con toda su esencia

La regata de veleros artesanales de Tolú mantiene viva una tradición en la que, si bien han evolucionado las partes y materiales, realmente no ha cambiado en lo básico.
Por Santiago Arbeláez Arango
Navegante
 

Desde hace más de 50 años se lleva a cabo en Colombia un espectáculo náutico único en el mundo, envidiable para cualquier país y digno de ser promovido como una de las mayores atracciones turísticas.

Saliendo de las costas de El Francés en el Golfo de Morrosquillo y llegando al muelle turístico de Tolú, el 27 de enero, 56 veleros tradicionales en seis categorías, zarparon para competir en esta especial regata.

Los cayucos habitualmente usados en la costa Caribe colombiana no han cambiado en cientos de años. El origen de dichas embarcaciones no está claramente definido, pues aunque las canoas de madera siguen líneas tradicionales de las encontradas en muchas partes, el aparejo es único, y parece encontrarse casi exclusivamente en la costa Atlántica panameña, colombiana y algunas islas del Caribe. 

Dicho aparejo probablemente corresponda a una solución local inspirada en su momento por los aparejos latinos usados en las embarcaciones pequeñas de los conquistadores americanos.

 

Conservan su esencia

La evolución de estos cayucos ha ido de la mano del tiempo, pero sin perder a pesar de ello su más íntima esencia. Las canoas inicialmente tenían una construcción monoxila, o sea, de un solo tronco ahuecado, y generalmente eran traídas desde Panamá donde eran abundantes las maderas que permitían lograrlo.

Las velas en sus orígenes eran de tejido vegetal. Con el tiempo y al escasear los grandes troncos se procedió a construir los cascos con tablas, y en tiempos más recientes se siguió la lógica tendencia a hacerlos en fibra de vidrio, simplificando así el mantenimiento y aumentando la duración de las embarcacaciones, pero respetando siempre las formas y líneas de agua tradicionales, usando los viejos cascos a manera de molde.

Dicho cambio en los materiales de construcción ha llevado consigo un cambio no esperado en los colores de los veleros, que como algunos recordarán solían ser negros adornados con alguna línea de color, siendo esto debido a que se usaba brea en el calafateo con fibra de coco de las embarcaciones. Con la fibra de vidrio se eliminó esta necesidad y por eso la flota hoy es multicolor.

Las velas también han tenido su lógica y práctica evolución. Del tejido vegetal generalmente de palma se evolucionó al algodón, que si bien eran más resistentes y duraderas que las iniciales tenían el problema de ser sumamente higroscópicas y, por lo tanto, de dejarlas casi inutilizadas una vez se mojaban. Con el tiempo se echó mano de todo lo que pudiera servir, desde el uso de simples plásticos hasta el efectivo y duradero uso de costales plásticos y tejidos a manera de paños. Hoy en día las velas son en su mayoría confeccionadas con nylon y hasta alguna de dacrón laminado puede verse.

Pero el mérito de estos eficientes barcos, de sus constructores, armadores y navegantes, es que su esencia básica no ha cambiado. Son embarcaciones que en sus orígenes proceden de un mundo precolombino en el que no se conocía la rueda y como tales siguen.

La jarcia de labor es elemental, una escota y driza directas, sin poleas, el control direccional al igual que hace cientos de años se da con la pagaya operada por el capitán; el plano antideriva lo ejerce el propio casco, evitando así el uso de orza pudiendo navegar en aguas someras.

El adrizamiento se logra con la eslinga que pena (cuelga) del tope de mástil y de la cual se guinda el guindero. Y en los veleros de mayor eslora el achicamiento está a cargo del barrotero que es complemento para todo lo que se necesite.

Estos cayucos artesanales son embarcaciones confiables, seguras, eficientes, marineras, probadas en el tiempo, además del espectáculo multicolor que nos brindan cuando salen en regata.

Pero lo más importante es que son tripuladas por gente de mar, curtida de sal, que las entienden y conocen, y que apuestan en ellas su nombre, honor y pericia marinera, como ha sido siempre que una embarcación a vela se coloca al lado de otra similar.

 

 

 Glosario
  • • Achicamiento: acción de achicar o sacar agua de un lugar, especialmente con cubos.

    • Adrizamiento: acción y efecto de adrizar o poner derecha y vertical la embarcación.

    • Driza: cabo con que se izan y arrían las velas

    • Escota: cabo que sirve para regular el ángulo de la vela en relación con el eje longitudinal del velero y en consecuencia el ángulo de incidencia del viento sobre la vela.

    • Eslinga: herramienta que permite enganchar una carga a un gancho de izado o de tracción.

    • Guindar: subir algo que ha de colocarse en alto. Descolgarse de alguna parte por medio de una cuerda. 

    • Guindero: persona que adriza el velero, el cual se cuelga de la eslinga que pena del tope del mástil. 

    • Higroscópicas: que absorben humedad del medio. 

    • Jarcia: Conjunto de los aparejos y cabos de una embarcación.

    • Orza: pieza utilizada para evitar la deriva producida por el viento. 

    • Pagaya: remo, algo más largo y de mayor pala que los ordinarios, que se emplea como timón en las embarcaciones menores. 

 

Una tradición que debe conservarse

“La carpintería de ribera es un oficio digno de salvaguardar y proteger, es un saber ancestral que no se puede perder”, afirma Álex Basile, socio fundador de la Fundación Canoa, la cual trabaja por intentar que este oficio sea declarado patrimonio nacional, aunque admite que es un proceso largo.

El dato

La regata de veleros artesanales es organizada por la Secretaría de Turismo de Tolú con el apoyo de la Dirección General Marítima, la Infantería de Marina, las asociaciones de pescadores y organizaciones como la Fundación Canoa y AGENDA DEL MAR.

La regata de veleros artesanales de Tolú es especial, dice, porque es la que tiene más historia ininterrumpida en cuanto a embarcaciones tradicionales. Desde hace dos años se vincularon a esta regata con el propósito de que se siga haciendo y se fortalezca aún más como un atractivo turístico. Su interés es ampliar la conciencia sobre el arte que hay detrás de la construcción y navegación de estos botes honrando a las personas que se dedican a ello. 

“Es la oportunidad de reconocer esa labor tan bonita y que está en peligro de extinción”, asegura. Por ser más liviana, más barata y más duradera, la fibra de vidrio es la principal amenaza para la carpintería de ribera, que requiere de paciencia y un conocimiento más complejo. 

Manuel Berrío lleva 40 años fabricando botes de madera, pieza por pieza. Dice que lo más difícil es conseguir el tronco de madera caracolí. Tres de sus botes ganaron en la regata de este año. “Me gusta mucho la artesanía de la madera porque es típica y bonita”, dice este heredero del oficio de su padre y su abuelo, y con dos hijos que quieren perpetuarlo.

Enseñar este oficio a las nuevas generaciones es clave para salvaguardarlo y por ello la Fundación Canoa ya certificó a un grupo de jóvenes de Bocachica, en Cartagena, quienes además están restaurando un barco llamado La Caracola y comparten saberes con carpinteros veteranos de otras regiones como Turbo y Acandí.

 

 Ganadores de la regata 2019

Categoría madera grande 

  • Juez: Jaime Tafur
  • Primer puesto: bote Yo tocó mi parte
  • Segundo puesto: bote La Perrita
  • Tercer puesto: bote Ave de paso 
  • Cuarto puesto: bote El regreso

 

Categoría madera mediana

  • Juez: Julián Medina
  • Primer puesto: Rafael Tous, bote El Colombia
  • Segundo puesto: René Altamiranda, bote Zimbawe
  • Tercer puesto: Dixon Pérez, bote Eso pa que
  • Cuarto puesto: Luis Altamiranda, bote El Aparecido

 

Categoría madera pequeña

  • Juez: José Zuñiga
  • Primer puesto: Jairo Villero, bote Semana Santa
  • Segundo puesto: Reny Sotomayor, bote Daliosli 
  • Tercer puesto: Juan de Dios Silbado, bote Mira Muchacho

 

Categoría fibra grande

  • Juez: Orlando García España
  • Primer puesto: Blas Altamiranda, bote Dios es mi Fortaleza
  • Segundo puesto: Juan Barragán, bote Ana María
  • Tercer puesto: Jorge Torres, bote El Pelícano
  • Cuarto puesto: Camilo Parra, bote Coopesar. 

 

Categoría fibra mediana

  • Juez: Jorge San Martín
  • Primer puesto: Edel González, bote Mi Ferretería. 
  • Segundo puesto: Amaury José Moreno, bote Trátame con cariño
  • Tercer puesto: Edinson Altamiranda, bote Niño Keine. 
  • Cuarto puesto: José Medina, bote el Maluco. 

 

Categoría especial

  • Juez: Sebastián Pérez
  • Primer puesto: Jorge Enrique Correa
  • Segundo puesto: Luis Miguel Verano
  • Tercer puesto: bote El Ben Ben
  • Cuarto puesto: Deivi Mendoza

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